Decidí dejarme llevar, para qué engañarme, me gustaba aquello, en el fondo lo esperaba, desde que recibí su llamada invitándome a la fiesta, tras casi tres meses sin vernos, y a pesar de lo formal de la invitación, el tono de su voz recalcó de una forma especial cuando se despidió con “Ya conoces la casa, así que no te perderás”.