La clandestinidad de las sombras

La tela de su falda revoloteaba ayudada por la brisa marina y al darle la espalda a las luces de algunas pequeñas farolas, aquella tela se convirtió en un tapiz transparente bajo el que se dibujaba perfectamente el contorno de su cuerpo.

Las reglas del juego

- No habrá culos mejores que ver aquí como para perder el tiempo con el mío. - Estás muy buena, nada que desmerecer respecto al resto de culos  del local. Y repito, se ha quedado mirando para tu culo. José Manuel sonrió antes de dar un trago a su gintonic, a veces se preguntaba por [...]